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Fuente fotografía: Perfil Facebook Concejal Sebastián Tapia |
El rescate patrimonial
Asistí este sábado 1 de agosto a la reinauguración de la Casa de la Cultura de mi comuna, San Bernardo, luego que se viera muy afectada por el terremoto del 2010. No fui invitada, como la mayoría de los artistas sambernardinos, de manera especial. Me colé acompañando a alguien, y los demás artistas con los que me encontré también llegaron de ese modo, sentían que debían estar para ver el resultado del rescate patrimonial de una casona colonial que nos había visto nacer como artistas en diferentes épocas y siempre, siempre, nos cobijó de alguna manera. Consideremos esto un gesto democrático donde todos los ciudadanos somos iguales y nadie es especial.
Y así fue, todos pudieron entrar y se repletó –casi peligrosamente-- ¡Pero qué bueno, qué lindo que las personas estuvieran tan interesadas en este evento, en la cultura, en nuestra identidad!. Personalmente, La Casa de la Cultura sale mencionada en todas mis biografías y reseñas, porque me siento orgullosa de ella, a pesar que cuando más la frecuenté no estaba en las mejores condiciones y urgían muchos arreglos. Pero tenía magia, olor, sonidos particulares, únicos. ¡Ah! Cuántas cosas viví en aquella Casa, entre sus gruesas paredes de adobe, tras los ventanales del patio central, caminando por los adoquines centenarios.
Pero lo que me encontré el sábado al llegar fue algo muy diferente a lo que imaginé toda la semana, para ser franca. Nuestra Casa estaba
convertida en una discoteca llena de luces ¿incidentales? ¿decorativas? que nada tenían que envidiarle al Lollapalooza. Bien, es una cuestión de gustos y además se condice con la estrategia de eventismo
[1] que se maneja en la actual administración municipal, una estrategia llena de detractores dentro de la gestión cultural pero que, no podemos negar, es tan efectiva para atraer a la gente que cualquier gobierno o dirección siempre está coqueteando con ella.
El problema está en que la enorme cantidad de dinero que se invierte en estos eventos (luces, decoración, seguridad, organización, logística, adminículos,) no está entramada con una política cultural comunal. No la hay. No la tenemos en San Bernardo. La verdad es que no sé si alguien en el municipio sepa lo que es una política cultural como programa. Como proyecto. Como refuerzo de la identidad y encaminada hacia la expansión de las expresiones culturales. Como descentralización de la cultura, que nunca sale del radio que llamamos “el centro”. Si alguien maneja alguno de estos conceptos, por favor, avíseme. No vaya a ser que esté solo hablando pavadas.
El día sábado nadie se refirió al valor del rescate patrimonial para la comuna que significa abrir de nuevo la Casa. ¡Pero si el patrimonio está tan de moda! Era cosa de meterse a internet o asesorarse por un par de personas para entregar esta información a los habitantes como una manera de concientizar sobre el valor patrimonial y sus diferentes formas de desarrollo. Está bien, no todos tenemos la misma opinión sobre lo que es el patrimonio, pero esa es la idea, discutirlo constantemente para llegar a puntos de encuentro o, simplemente, asumir posturas diferentes que enriquezcan y no sesguen la visión sobre este.
Una amiga pudo ver la Casa durante la luz del día y sus opiniones no fueron positivas. Hablo de una amiga patrimonialista. Esperaré a verla de día para llorar también la eliminación de sus hortensias del frontis. No me vengan con que estaban apestadas, era cosa de poner unas nuevas para conservar este particular detalle. ¿Y cómo se realizó la reconstrucción? ¿bajo qué criterios? ¿con qué tecnologías? Sería muy positivo organizar una exposición donde los encargados de volver a poner en pie la Casa nos contaran sobre este proceso (tuve la oportunidad de ver los ladrillos de adobe secando y me pareció maravilloso). Le pido abiertamente al Departamento de Cultura del municipio que organice una actividad así, en la que los ciudadanos podamos conversar cara a cara con arquitectos y constructores y preguntarles porqué tomaron tal o cual decisión. A mí, por lo menos, no me basta con el grupo de actores disfrazados de “época”, con trajes totalmente erróneos, para quedar satisfecha con el rescate patrimonial.
El libro oficial
A las autoridades presentes y a los ciudadanos importantes que fueron parte de un recorrido más detallado por los interiores, les fue entregado un libro que se titula San Bernardo, Memoria y actualidad, editado por el Departamento de Cultura y Turismo de la Municipalidad. Es una edición de 1000 ejemplares, a todo color, en papel couché y en su Colofón detalla: “El cuidado de la edición estuvo a cargo de Yuri Pérez, Área Literatura I. Municipalidad de San Bernardo”. Hace años que conozco las ediciones del departamento, tanto de libros oficiales como de libros de autores locales, y me han parecido buenas, pero no perfectas ni cuidadas.
El tomo I del libro dedicado a la compilación de artistas locales de todos los tiempos, publicado hace unos años, –esfuerzo que me parece notable- tenía varias erratas y, particularmente mi biografía, varios datos no coinciden con la realidad. Ni siquiera mi fecha de nacimiento. Bueno, hasta en las ediciones más importantes ocurren estos baches. Está bien. Pero el perfeccionismo me obliga a decirlo ¡Lo siento! Debe ser la herencia prusiana que llevo en la sangre.
Volvamos al libro que nos convoca. En lo que concierne al catálogo de edificaciones patrimoniales, colegios municipales, espacios de identidad, el trabajo fue realizado como una municipalidad lo haría. No hay arte, pero contiene información. La posteridad lo agradecerá. Con respecto a los capítulos sobre las políticas sociales del historiador Gabriel Salazar Soto, no diré nada porque no los leí, la verdad. Presiento que es un área en la que me veré entrampada por mi poco conocimiento y por no tener más fuentes con las que trabajar para realizar contrapuntos –amigo lector, recuerde que soy egresada de historia del arte, sé lo que es la investigación-.
Pero acá vienen los problemas, el anacronismo puro, la desinformación absoluta y la falta de respeto hacia los artistas sambernardinos, hacia los lectores, hacia los pobres niños de colegios municipales que tendrán este libro para consultar en sus bibliotecas. El capítulo La cultura en San Bernardo desde 1980 hasta hoy, partes I y II, del historiador Raúl Besoaín Armijo. Para comenzar, están dentro de ellos los justos y necesarios recuentos del Centro Literario Andén, los intérpretes musicales de gran trayectoria, también la pintura.
Y en escultura viene la mención a
Leonardo Portus. Siete líneas para el artista visual más importante de la comuna, con una
trayectoria reconocida constantemente en el extranjero, con una labor imprescindible en el arte contemporáneo chileno. ¡Si en mi universidad lo estudiamos en clase! ¡Es materia de tesis y conferencias! ¿Dónde está la información sobre su magnífico trabajo
Estación Utopía, la exposición más exitosa del MAVI el 2014? Siete líneas para Portus.
¿Acaso el trabajo de Portus se ha tornado un tanto incómodo de nombrar en un libro como este? Señor Besoaín, siete líneas para Portus. Bastaba con googlearlo y listo, así realizaba el trabajo como la gente (primer punto en contra para el editor general).
Sigamos. Este blog es mío y sigo como quiero. Vamos a la parte II. La sección dedicada al ensayo es todavía pobre y anquilosada, creo porque al señor Besoaín le parece una “categoría difusa”. Comparto con él que no hemos tenido buenos ensayistas en el término estricto, pero sí escritores que han realizado el esfuerzo por publicar estudios referente a la comuna con finalidad didáctica. Como por ejemplo… ¡Él mismo! ¡El señor Raúl Besoaín Armijo se cita a sí mismo en el libro como “perteneciente a una antigua familia sambernardina” –qué fijación durante todo el libro con las “antiguas familias” y qué poca información sobre las nuevas- y se escribe una bondadosa biografía. Reconozco la labor de Besoaín en la comuna, mucho, pero no puede mencionarse a sí mismo. La biografía del historiador debió aparecer al principio del capítulo, preferentemente, como una estrategia para evitar este egocentrismo innecesario (otro punto en contra para el editor general).
En la mención al
Ateneo hoy no hay mucho más que decir, pues además tienen una larga historia. Sabemos la importancia del Ateneo en San Bernardo y su trabajo en la difusión y expansión de los límites culturales hacia otras comunas gracias a Nelly Salas y sus compañeros. En fotografía, por supuesto, está el señor César Disi, un ícono, tanto por sus imágenes como por su gran archivo de fotografías de la comuna. Una pena su temprana muerte. Pero de
Cristián Campusano se dice “llegó a San Bernardo hace 15 años, pero hace solo unos tres años que se ha integrado a la vida cultural”
Madre Santa, conocí a Cristián en la vida cultural el año 2000. Algo acá no me cuadra. Cristián Campusano lleva mucho rato trabajando interdisciplinariamente, incluso formando a nuevos fotógrafos (seguimos anotando puntos en contra al editor general, quien, además, es nombrado como mentor de Campusano).
Ahora vamos al apartado
Otros poetas y escritores. Para comenzar, a cualquiera que haya llegado hasta aquí leyendo mi crítica, ya le debe parecer que el adjetivo “otros” es peyorativo y de muy mal gusto. El primer
otro es el señor
Marcelo Mallea, también llegado de tierras lejanas, según Besoaín, a la comuna que, a todas luces, siempre recibe bien al amigo cuando es forastero. Considero a Mallea un gran gestor cultural, un escritor que debería dedicar más tiempo a su obra, pero sobre todo, una persona muy importante en mi propia vinculación como artista en la comuna, algo que solo saben hacer los buenos gestores (me refiero a las ferias y lecturas que me invitó, a su programa de radio y más). No quiero decir cosas negativas sobre él, lo estimo mucho y lo sabe, pero tendré que decir cosas negativas sobre el trabajo de Besoaín con respecto a él.
El
otro-otra es
Ana Montrosis, otra forastera sureña que supo ganarse su lugar en las letras locales y nacionales. Su libro
Tacones bajo la luna se lo prologué yo, con mucho respeto y admiración por su construcción de la figura femenina.
Pero ahora debo dedicar un párrafo completo a lo siguiente: el
otro que sigue es
Antonio Silva. Para no avivar el fuego con antelación,
cito textual las dos líneas que Besoaín le dedica: “poeta disruptivo, se hizo querer por sus compañeros de letras”. Si en este momento yo viviera en un edificio, estaría a punto de tirarme por la ventana por la deshonra que el señor Besoaín hace a Antonio Silva. ¡Qué digo deshonra!
Un chiste, una broma, una grosería sobre la tumba del poeta sambernardino más importante a nivel nacional e internacional. El señor Besoaín no sabe o no quiso saber nada de Antonio Silva y lo relega a una mención ridícula. Es tan fácil utilizar el Google para informarse de quien se habla. Digo, como último recurso. En este momento todos esperamos ansiosos la edición de su obra completa que viene anunciándose en el circuito literario hace un rato luego de su muerte, según Besoaín, “este año”, lo que equivaldría al 2015. Mentira. Antonio Silva falleció el 2012.
Ahora no voy a utilizar un paréntesis para tirarle en la cara el punto negativo al editor general, una persona que, todos sabemos, fue íntimo amigo y compañero del poeta Silva. ¿Por qué se le va este enorme detalle?
Suspiro. Mención para
René Silva, un gran poeta de la provincia que decide quedarse en San Bernardo. Ha logrado
construir un movimiento alternativo a las “antiguas familias” dentro de las artes, trayendo incluso a escritores extranjeros. Harta falta nos hacía René Silva, gracias por no olvidarlo señor Besoaín.
Y el último
otro es el poeta
Yuri Pérez, quien tiene la suerte de recibir tres párrafos completos, es decir, su biografía completa. No me extraña,
es el editor general del libro. Aclaro:
es innegable el trabajo de Pérez, tanto como escritor y monitor. Él fue uno de mis primeros profesores, le debo mucho, así como le deben varias generaciones de jóvenes escritores. Por lo tanto, le agradezco al señor Besoaín que, por último, y de soslayo, me haya incluido dentro de la biografía del escritor Pérez. Pero en el podio de los escritores
otros sambernardinos no tuvimos la suerte de estar
Claudia Kennedy, Marcelo Arce,
Juan Eduardo Díaz, entre otros, muchos otros.
Este no es un punto negativo para el editor general. Es una pena.
Bien, en resumen los escritores actuales más importantes de la comuna para el señor Besoaín son Mallea, Montrosis y Pérez, quizás, porque son a quienes más ve en los eventos oficiales. Me da lata decir que solo uno es sambernardino de nacimiento, algo que tanto recalcó la señora alcaldesa este sábado, en eso de que “nací en tierra sambernardina y moriré en tierra sambernardina”. Distorsiones, errores, omisiones, de todo hay en este recuento “oficial” del historiador Raúl Besoaín Armijo.
Y aunque me digan que qué importa todo esto si nadie va a leer el libro, a mí sí me importa. Ya que ando por la vida enarbolando orgullosa la bandera de San Bernardo y su identidad, algo que pocas comunas de la región metropolitana pueden decir. Y en todos lados digo que nací en San Bernardo, porque me parece más importante nombrar mi comuna antes que a Santiago. Y creo que ser de San Bernardo me hace especial y se lo digo a todo el mundo, como escritora lo recalco siempre, incluso hasta he teorizado al respecto. Señor Besoaín, ponga mi nombre en Google y lo verá. Ponga el nombre de cualquiera de los olvidados y los verá también.
Sabemos que existen siempre dos lados, o quizá tres. Mientras más lados existan mejor. Pero acá se oficializa un discurso segregador que los artistas sambernardinos sentimos hace rato, por lo menos durante los años que lleva la actual administración municipal. Segregador, con pocas oportunidades de desarrollo (yo trabajo en la Casa de la Cultura de otra comuna, una que me abrió las puertas, respeta mi trabajo y confía en la necesidad de formación de artistas) y encajonado en un modelo injusto, totalmente desactualizado.
Este espantoso libro ni siquiera sirve para marcar el paso de la administración de turno. Sabemos que la historia puede interpretarse de diferentes maneras, abordarse de múltiples puntos. Pero este es un documento oficial, un gran gasto de dinero realizado por las autoridades y así pasará a la historia. Por lo tanto, tengo todo el derecho y deber de criticarlo y utilizarlo para encender el fuego del asado el próximo mes en Fiestas Patrias.
[1] Para este término, revisar el esclarecedor ensayo de Gabriel Matthey Correa. Les recomiendo http://www.revistamusicalchilena.uchile.cl/index.php/RMCH/article/viewFile/1057/936